Ilumíname, fortifícamente, guíame, consuélame. Y en cuanto corresponde al plan eterno, Padre Dios revélame tus deseos. Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar. Dame a conocer lo que debo sufrir. Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre. Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.